Como he comentado en post anteriores el año electoral se acerca y tenemos que estar preparado a escuchar un sin fin de proyectos de mayor o menor envergadura que nos generará una multitud de sensaciones indescriptibles. Esta semana, el alcalde que el pasado domingo decía que la economía no estaba para grandes proyectos, nos ha sorprendido con el anuncio de un parque de ocio bajo el nombre de Sevilla Park que contará con un auditorio de 21.000 personas para albergar grandes conciertos internacionales.
En las redes sociales y en la prensa podemos contemplar la gran inquietud creada en la ciudadanía por un proyecto innecesario en una ciudad donde hay grandes espacios para conciertos, convirtiéndolos con el tiempo en un claro ejemplo de dinero derrochado cuando los políticos se creían faraones. Sevilla Park nos lo venden como un proyecto privado en el que los contribuyentes no tendremos que poner ni un céntimo de nuestro bolsillo, pero la letra pequeña no nos la quieren contar. La orilla Oeste del Puerto de Sevilla sufre graves problemas de comunicación para albergar a los miles de fans que asistirán al anunciado concierto inaugural de Beyoncé o Lady Gaga. Estas obras de acondicionamiento como la mejora de la linea de Tussam a Tablada correrá de nuestra cuenta de la misma manera que la reurbanización necesaria del entorno de la Torre Pelli, cuando esta construcción de capital privado entre en funcionamiento.
Personalmente, no me creo este megaproyecto. Ya estoy acostumbrado a que desde la Plaza Nueva se venda mas humo que en el puesto de incienso de la calle Córdoba. Ojalá se haga realidad, pero se acercan elecciones y Sevilla se ha quedado atrapada en el tiempo como Bill Murray en el día de la marmota. Algo nos tienen que vender ya que no tenemos ni pabellón para mundobasket, ni pista de esquí en los Bermejales y ni el Central Park sevillano que contemplamos entre rejas horteras por culpa de la educación recortada.
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